viernes, 4 de noviembre de 2011

El país de las últimas cosas


Paul Auster, escritor americano de magníficas obras como Brooklyn Follies, El libro de las ilusiones o La trilogía de Nuevo York, escribió en 1987 In the country of last things o como los traductores de Anagrama lo han querido, El país de las últimas cosas. 
El país de las últimas cosas nos sumerge en un mundo de ficción corrompido por  la violencia, el olvido y  los caracteres más primitivos del ser humano. Una mujer joven, Anna Blume, ha partido hacia un país lejano, aislado del resto del mundo, del que poco se conoce, para encontrar a su hermano. La historia, relatada en forma de carta que remite Anna, nos describe el lugar. Un mundo en el que no tienen cabida el placer ni el ocio, un lugar dominado por la necesidad. Ese país de las últimas cosas es un territorio anárquico, sin un gobierno personificado, en el que los individuos luchan por sobrevivir en la más cruda realidad, sin ningún amparo posible, más que aislarse en su propio mundo.
Auster nos describe en una novela de ciencia ficción los principios básicos de la personalidad humana, siendo a veces indistinguibles de los animales, mostrando una realidad cruel que invita a reflexionar sobre la nuestra propia. Su carácter epistolar y la naturaleza de la narración hacen que toda la complejidad temática que pudiese suscitar un marco tan violento llegue al lector de forma directa.

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