viernes, 2 de diciembre de 2011

Invisible



Invisible, invisible se había vuelto Auster, con ciertos baches en su bibliografía como Viajes por el Scriptorium o Un hombre en la oscuridad, pero ha conseguido volver a alcanzar el estilo que le ha encumbrado; hablo de Brooklyn Follies, El libro de las ilusiones o la Trilogía de Nueva York.
En Invisible explora terrenos nuevos, pero casi todos tienen un denominador común, su protagonista es un escritor poco satisfecho con sus dotes literarias que lo sabe todo sobre poetas latinos, renacentistas o barrocos. Esta vez la novedad viene añadida por un salto de unos cincuenta años en el tiempo a mitad de la novela, algo terrible sucede y solamente en el último suspiro de su vida, el protagonista, Adam Walker, se atreve a contarle todo lo acontecido a un viejo amigo, un reconocido autor de éxito.
El libro en sí es un metalibro, la historia nos habla, de hecho casi todo el libro, de otro escrito que no solo se menciona, sino que aparece íntegro. Una mención merece su división interna, cada uno de los actos o partes está escrita en cada una de las personas gramaticales, algo curioso y vistoso.
Los viajes que hacemos por nuestra memoria, lo querríamos haber cambiado, el deseo de lo imposible realizado, el crimen y el castigo. En la contraportada de la edición de Anagrama, alguien lo define como el Crimen y castigo de Auster, razón no le falta, en absoluto. Novela muy agradable, deprimente, como todas las suyas, que profundiza en la naturaleza del ser humano con ciertos toques políticos (al igual que el 11-S en Brooklyn Follies), conspiraciones, asesinato, redención.
Puede que leer alguno de sus otros libros sea más reconfortante, pero si ya te conoces la bibliografía de Auster y esperabas un cambio sustancial a partir de los dos anteriores, a falta de comprobar qué tal está Sunset Park, este es el tuyo. Si no te gusta el autor puede que no disfrutes del todo con esta novela, pero siempre es mejor que el omnipresente Larsson.

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